El otro yo










Recuerdo el primer par de patines que me regalaron, bueno ahora que recuerdo bien, no eran míos, eran de mi hermana, pero ella no los utilizaba por que tenia mucho miedo a caerse y los dejo olvidados, solía practicar en mi calle, pero pronto me aburrí y pedí permiso a mi mamá para ir al malecón, ella acepto bajo la condición que volviera antes de que anocheciera, yo odiaba esa condición, siempre me la ponían cuando quería salir de casa, como si no pudiera pasarte algo malo bajo la luz del día o en mi propia casa, en aquel entonces Mazatlán no tenia un Skatepark como hoy en día, en su lugar teníamos pequeña pista con una rampa en el Bosque de la cuidad al lado del acuario, pero no se comparaba con los grandes Skateparks de las ciudades gringas.



Me frustraba mucho patinar en el malecón a medio día, para los que vivimos aquí saben que la hora donde hace mas calor es a medio día, pero bueno, que podía hacer yo un joven de 15 años que vivía bajo las reglas de mis padres.
Patinar es algo que disfruto incluso en estos tiempos, a pesar de que por aquellas fechas era diciembre y hacia un poco de frio (10°), no podía evitar sudar por el esfuerzo físico que hacia y pare para descansar en una de las bancas que estaban por todo el malecón, me quite los patines para ir a comprar un refresco de lata al Oxxo que estaba cruzando la calle, siempre me quitaba los patines para cruzar la calle por que me daba miedo tener un accidente, cuando testaba por ponerme mis tenis, un joven vagabundo se acerca a mi y me pide una moneda. Dicen que en el mundo hay 7 personas parecidas a uno, pero jamás imagine que una de esas 7 personas seria un vagabundo de unos 20 años, quede impactado al mirar su rostro, era igualito a mi, con la misma nariz ancha, la cabeza redonda, la piel morena, el cabello lacio, las  mismas cejas era yo con unos 5kg menos y un aspecto desarreglado. El solo se limito a mirarme y me dijo:

-¡QUE LOCO!, pareces mi hermano.-

Busque en mi mochila donde guardaba mis tenis, le di una moneda de 10$,

 -cuídate mucho hermanito.-

Miraba como se alejaba hasta perderlo de vista, estaba un poco confundido, tenia ganas de seguirlo para preguntarle ¿Quién era?, ¿De donde era? y ¿Por que nos parecíamos tanto?, pero, no lo hice...
el sol estaba  por ocultarse, compre mi lata de refresco y me fui a casa...




En la actualidad a veces suelo mirar los rostros de los vagabundos por si alguna vez me lo vuelvo a encontrar, pero siempre son personas muy distintas a mi. supongo que el no era de este lugar, tal vez era un migrante de algún otro estado de México o país, Supongo que el ya debe estar muerto o viviendo en otro lugar.




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